A Harry;
Por cada palabra que dejamos atrás…
Por cada palabra que dejamos atrás…
Un lagarto llegó a casa
se posó sobre los libros
imagino cuantos lugares habrá visto
con esa mirada suave
de cansancio,
siempre atento;
le invité un café
aunque nunca lo bebo.
Hablamos de lugares
fuera de las redes sociales,
no atrapamos moscas
pero intentamos hacer un círculo
donde las palabras
consumieran la sequedad
de la arena y del mar;
logramos cerrar algunas curvas
aunque al final
ganó la lluvia.
Ya lo imaginaba
cauteloso y reservado,
como en las paredes
cuando intento no dormir
y los observo a la espera,
pero ser amigo de un lagarto
puede cortarte la cola,
traerte de bruces al piso
con la simple filosofía
de callarte tus historias;
debes escuchar.
Un amigo lagarto dejó,
atado al espaldar de mi cama
una hoja rayada de palabras
que pensaba eran un poema
frustrado por la estética
del papel donde con sus dedos
(Metamorfosis de los siglos/
cirugía urgente y necesaria)
todavía no lograba mirarse.
Entonces me preguntaba
si en algún momento fui lagarto
atrapado en la arena y en la nada
sin papel (Que ya no uso);
sin palabras;
abstemio al lenguaje
de las manos y la tinta,
con patas delanteras y cola
así como la ausencia
al volvernos a encontrar.
Te digo amigo,
que detrás de esas hojas a la sombra
seguro dejamos inquieto
algunas palabras que no se pueden decir
con esta lengua
y esta manos
y estos dedos
y esta boca
y estos ojos
(Sin cataratas)
en las ideas reprimidas
de un hermano lagarto
que olvidó cómo hablar.
Te vi marcharte lánguido y calmado
con tu sonrisa independiente
de cualquier desastre,
llevando entre los jeans esa cola
que millones de años de evolución
(O meses de cirugía)
no te permiten dejar atrás.
W.
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