Yo no quiero pastores en el Metro
tampoco sacerdotes o rabinos, aclaro
no es una cuestión de culpar a unos
y presidenciar a otros;
nadie quiere a Dios sin desayuno
enviados nocivos gritando a todo pulmón
que de los que llegamos temprano al trabajo
quizás la mayoría no logremos llegar a su reino,
una especie de secuestro de personas dignas
que tal vez tampoco han desayunado
aunque quieran a Dios en sus casas.
Yo no quiero lamentos en el Metro
en ese refugio de cálidos 25 minutos
contra la ciudad, el humo y el ruido,
de todos los problemas de la superficie
con mis deudas, mis preguntas
y mis tantas dudas de mí mismo
para también sumarle la ansiedad
de cientos de salvadores de la palabra
de los que compran biblias y no alimentan a los pobres;
de los que pastorean hambrientos y piden diezmos;
de los que me recuerdan que no se por qué murió mi padre.
Yo no quiero a Dios en el Metro
Tenemos todos los días para él, cada segundo
Y no entiendo porque se le hace tan difícil
Dejar un momento sólo para mí.
A.W.
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5 comentarios:
Hasta estos días nos siguen los Fariseos. Where is the love???
En siendo que lo quieras :-)
La paciencia de Dios es infinita, pero a veces me pregunto si hasta El de vez en cuando se cansa de estos predicadores del miedo.
Excelente Poeta.
Tenemos el producto en todo momento, lo que no queremos son a los vendedores, menos a esa hora del día.
.-K
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