W.
Soñé contigo, Cecilia,
escondida entre los pliegues del día que aún no llega
dormida en el cóncavo vacio de la duda
tierna y melancólica, Cecilia,
como las hojas del otoño
guardadas a la orilla del camino
testigos de la rabia, del miedo, del amor, del silencio.
Te soñé certera, Cecilia,
cercana a mi aliento
con el rumor de tus manos atado a mi vientre,
multiplicada voz de la sombra que teje el deseo de dos ecos
en el tránsito de un grito perdido en la noche
y te lleva a ti, Cecilia,
dulce presagio de mis temores
esperando el hechizo
que te convierta en ojos que miren
en pies que anden
en manos que toquen
en labios que besen, griten, sonrían, hablen, callen
y en una caricia
que me despierte a esa otra que aun no soy
y que te aguarda, Cecilia.
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