Cuarto de ensayos.
Por: A. W.
Lo primero que vi fue las paredes, la verdad me gusto de sobremanera el papel tapiz de líneas verdes, le daba un toque de confort a aquella abandonada habitación-oficina, que hoy se convertía en el cuarto de ensayos oficial de las bandas de la ciudad. Y aquellos cuadros!, si, porque me sorprendieron y me dejaron impactado; tan decorativos, tan fuera de foco en aquel cuarto, tan desaliñados por el polvo y el tiempo, tan desvariantes.
Todo aquello me pareció algo cómico y no le di importancia por el momento, solo salude tímidamente y me coloque por una de las esquinas que se encontraban desocupadas; ah!, porque se me olvido decir que el cuarto esta infestado de plantas para guitarras y bajos en la pared central, y al costado derecho; al izquierdo la batería y en ella su coautor y creador de sonidos, por ahora llamémoslo “A”. Un micrófono incrustado al centro de la habitación junto con uno de los cantantes, llamado “F” (los nombres han sido omitidos para no darles un aire de superestrellas prematuro a estos tipos, no es el cometido de estas líneas…), el cual realmente se esmeraba por hacer su trabajo.
En el momento todo se sentía bien (para ser sincero era las primera vez que llegaba allí y no tenia una inmensa jaqueca, es decir, que el cambio es bien definido), todas aquellas personas tratando de descifrar su actuación en el conjunto de ideas que sobrevolaba las tonadas que salían de los instrumentos que portaban, siendo unos con su música, con su espíritu de lograr el cometido: parecía una maldita escena de algún libro de superación personal (sin ofender, claro esta), hasta uno se podía sentir identificado con la acción esta, pues sus bases eran correctas, aunque talvez su presente estaba un poco distorsionado por las luces disipantes de la tarde, o talvez por las botellas de cervezas consumidas entre ellos.
Seguía observando, al parecer, éramos muchos, doce, quizás trece, quien sabe; no lo tome en cuenta, quizás tampoco me intereso en el momento. Para el instante en que se me ocurrió escribir algo ya los cuadros formaban parte de mi loca idea de que aquello podría ser una historia que contar, que los allí presentes tenían características de héroes de historietas; volví a mirar los cuadros. El que reflejaba un paisaje azul fue mi primera opción de opinión. ¿Por qué diablos me interesé en un maldito cuadro empolvado y sucio?, ni siquiera podía entenderlo (aun no puedo), pero me dio la sensación extraña de que si fuera una noticia sensacionalista esta vendería varios ejemplares; diablos!, que blasfemia a los periódicos sensasionalistas, ya me imagino los titulares: “bandas de rock aprecian el arte clásico y decoran su cuarto de ensayo con bocetos y paisajes”. En ese preciso instante me dieron deseos de vomitar, Salí a conseguir agua, pues la verdad estaba medicado y no podía siquiera observar de cerca un trago de alcohol (aunque deseos sobraban).
Aun no tenia dolor de cabeza, es increíble!, podría ser hasta un record Guinness este acontecimiento. Ignore el suceso y me dedique a meditar en medio de la multitud silente: solo se podía escuchar el sonido estridente de la guitarra armonizando con la batería y las bocales; no puedo decir lo mismo del bajo (pues en esos momentos me dieron deseos de ser critico musical), su sonido estaba fuera de lo que sonaba, no concordaba con las ideas, era como un maldito comunista en una convención de globalización mundial; en otras palabras: apestaba!!.
Pasaron las horas y e fui olvidando del suceso, trate de seguir el ritmo de la habitación, del aire que se respiraba allí, de los corazones que allí ponía su último deseo de hacer algo realmente trascendental y diferente: no pude.
Volví a mirar hacia los cuadros, allí estaban observando los detalles de un ensayo muy bueno, sin dolores de cabeza, sin preguntas tontas, con deseos de cambiar, con un silencio aparente, con risas, histerias, cansancios, deseos de vomitar (por mi parte). Por lo demás creo que todo bien, fue una tarde muy tranquila, el sol no se digno de brindar su presencia, la verdad no fue necesaria.
04.
Por: A. W.
Lo primero que vi fue las paredes, la verdad me gusto de sobremanera el papel tapiz de líneas verdes, le daba un toque de confort a aquella abandonada habitación-oficina, que hoy se convertía en el cuarto de ensayos oficial de las bandas de la ciudad. Y aquellos cuadros!, si, porque me sorprendieron y me dejaron impactado; tan decorativos, tan fuera de foco en aquel cuarto, tan desaliñados por el polvo y el tiempo, tan desvariantes.
Todo aquello me pareció algo cómico y no le di importancia por el momento, solo salude tímidamente y me coloque por una de las esquinas que se encontraban desocupadas; ah!, porque se me olvido decir que el cuarto esta infestado de plantas para guitarras y bajos en la pared central, y al costado derecho; al izquierdo la batería y en ella su coautor y creador de sonidos, por ahora llamémoslo “A”. Un micrófono incrustado al centro de la habitación junto con uno de los cantantes, llamado “F” (los nombres han sido omitidos para no darles un aire de superestrellas prematuro a estos tipos, no es el cometido de estas líneas…), el cual realmente se esmeraba por hacer su trabajo.
En el momento todo se sentía bien (para ser sincero era las primera vez que llegaba allí y no tenia una inmensa jaqueca, es decir, que el cambio es bien definido), todas aquellas personas tratando de descifrar su actuación en el conjunto de ideas que sobrevolaba las tonadas que salían de los instrumentos que portaban, siendo unos con su música, con su espíritu de lograr el cometido: parecía una maldita escena de algún libro de superación personal (sin ofender, claro esta), hasta uno se podía sentir identificado con la acción esta, pues sus bases eran correctas, aunque talvez su presente estaba un poco distorsionado por las luces disipantes de la tarde, o talvez por las botellas de cervezas consumidas entre ellos.
Seguía observando, al parecer, éramos muchos, doce, quizás trece, quien sabe; no lo tome en cuenta, quizás tampoco me intereso en el momento. Para el instante en que se me ocurrió escribir algo ya los cuadros formaban parte de mi loca idea de que aquello podría ser una historia que contar, que los allí presentes tenían características de héroes de historietas; volví a mirar los cuadros. El que reflejaba un paisaje azul fue mi primera opción de opinión. ¿Por qué diablos me interesé en un maldito cuadro empolvado y sucio?, ni siquiera podía entenderlo (aun no puedo), pero me dio la sensación extraña de que si fuera una noticia sensacionalista esta vendería varios ejemplares; diablos!, que blasfemia a los periódicos sensasionalistas, ya me imagino los titulares: “bandas de rock aprecian el arte clásico y decoran su cuarto de ensayo con bocetos y paisajes”. En ese preciso instante me dieron deseos de vomitar, Salí a conseguir agua, pues la verdad estaba medicado y no podía siquiera observar de cerca un trago de alcohol (aunque deseos sobraban).
Aun no tenia dolor de cabeza, es increíble!, podría ser hasta un record Guinness este acontecimiento. Ignore el suceso y me dedique a meditar en medio de la multitud silente: solo se podía escuchar el sonido estridente de la guitarra armonizando con la batería y las bocales; no puedo decir lo mismo del bajo (pues en esos momentos me dieron deseos de ser critico musical), su sonido estaba fuera de lo que sonaba, no concordaba con las ideas, era como un maldito comunista en una convención de globalización mundial; en otras palabras: apestaba!!.
Pasaron las horas y e fui olvidando del suceso, trate de seguir el ritmo de la habitación, del aire que se respiraba allí, de los corazones que allí ponía su último deseo de hacer algo realmente trascendental y diferente: no pude.
Volví a mirar hacia los cuadros, allí estaban observando los detalles de un ensayo muy bueno, sin dolores de cabeza, sin preguntas tontas, con deseos de cambiar, con un silencio aparente, con risas, histerias, cansancios, deseos de vomitar (por mi parte). Por lo demás creo que todo bien, fue una tarde muy tranquila, el sol no se digno de brindar su presencia, la verdad no fue necesaria.
04.
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